sábado, 6 de agosto de 2011

EL NUDO GORDIANO

Cuenta la leyenda que un campesino de la Anatolia, de nombre Gordias, tenía a sus bueyes de labranza atados al yugo mediante un nudo formado con una complejidad tal que era imposible de soltar, pues así habían deseado los dioses olímpicos, para así poner a prueba a los hombres que pretendieran alcanzar la mayor de las glorias, pues era comúnmente sabido que quien lograra desatar el nudo, lograría alcanzar uno de los mayores anhelos con que todo caudillo griego soñaba: acabar con el eterno enemigo de los griegos, someter al persa. Conquistar Asia.

Durante años, fueron muchos los valerosos hombres que se prestaron a desatar el tan latoso  lazo y recorrieron en peregrinación toda Grecia a aplicar todo su ingenio y esfuerzo en superar la divina prueba, sin ningún resultado, pues estaba escrito que tan solo quien estuviera imbuido del toque de divinidad suficiente, sería capaz de desatar el dichoso nudo.
Un día, Alejandro de Macedonia, presto a dirigirse a la conquista de Persia, decidió que debía demostrar al mundo la protección que los dioses le brindaban, y se convirtió en el enésimo adversario del nudo. Así pues, comenzó a aplicar todo su vasto conocimiento sobre el mundo y la naturaleza de las cosas en desatar el nudo, sin éxito. Al final, indignado, harto, desenvainó la espada y resoluto propinó un golpe con ella al nudo, cortándolo por la mitad.

Aquella noche, Zeus, Rey del Olimpo, hizo mostrar su alegría con una tormenta de rayos, pues según el mayor de los Dioses dijo al soberano macedonio, era lo mismo cortarlo que desatarlo. Con el tiempo, la historia recordaría a Alejandro de Macedonia como Alejandro Magno, conquistador de Persia, Mesopotamia y Egipto. Alejandro Magno, conquistador de Asia.

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